Nací en Salamanca, Guanajuato, y mi familia y yo nos fuimos a vivir a Estados Unidos cuando yo tenía 9 años. En la escuela que estuve, en Lancaster City, Los Ángeles, fui encontrándome poco a poco con los camaradas, con la bolita de los hispanos, crecimos juntos, comenzamos a hacer un grupo y nos metimos a una pandilla. Yo tenía 13 años. Éramos como 300 miembros, era una pandilla grandísima, con 8 clicas; clicas son grupos por zonas, por colonias. De la pandilla aprendí varias cosas, una la amistad, que éramos como familia, la otra es que aprendí a hacer dinero. En una fiesta quisieron matar a un amigo y nos prendimos, cuando fuimos a buscar al enemigo nos agarraron. Terminé en la juvenil por posesión de arma de fuego, pandillerismo y conspiración a cometer homicidio. Lo que a mí me jodió fue la condena por conspiración. Me mandaron a Corte el día de mi cumpleaños, iba a cumplir 15. Me dieron cuatro strikes juveniles, eso lo convierte a uno en adulto. Hasta que firmé me dijeron. Cuando salí de la prisión tenía 23 años. Cuando llegué a Guadalajara me compré una soulflower de $400 pesos, una fuente de poder de $600 y empe- cé a tatuar en casa de Alicia, mi entonces novia y ahora mi esposa. Ahora tengo dos hijos y son lo que me hace mantenerme estable y bien. Ahora tengo dos tiendas de ropa y un estudio de tatuajes que se llama Chicano Art Tattoo. Nadie del gobierno mexicano me ayudó, nadie. El que me recibió fue un camarada. Cuando comencé a ayudarle a Roberto, me llamó la atención poder apoyar a las personas que llegan acá y no tienen familia.

Soy de Guadalajara, Jalisco. Yo me fui a Estados Unidos desde los dos años y voy a cumplir 30 en agosto. Allá duré 20 años; a los 13 empecé a conocer las pandillas, con pura gente con la que iba a la escuela desde morro, en la primaria. A los 14 me tocó ir al tutelar por asalto con un arma blanca. Estuve tres meses y le prometí a mi jefa que ya no lo haría, pero caí cuatro veces más. Después me agarraron por intento de homicidio con arma blanca, y me aventé 18 meses; estuve en el tutelar hasta los 17 años, me aventaron a la penal a los 19 y al cumplir la condena me deportaron a Mexicali. Mi jefa me ayudó a venir a Guadalajara y ya voy a cumplir 10 años aquí. Ahora estoy trabajando en el call center que montamos aquí en la Casa de Vida.